CDRO. RIVADAVIA: Murió un bombero al caérsele encima el entretecho del comercio que ardía
Murió un bombero al caérsele encima el entretecho del comercio que ardía (El Patagónico).
Trabajaba como cocinero en el Casino Club, pero como sentía el llamado de la vocación por servir, Luis Gramajo (35), alias “Pirry”, también se desempeñaba como bombero voluntario en el Cuartel Central. Ayer a las 13 perdió la vida al caérsele un entretecho prendido fuego del bar “Irlanda”, ubicado en la costanera local, justo en el momento que combatía las llamas de un incendio en el restaurante. Gramajo estaba a punto de ser papá.
El siniestro comenzó minutos antes de las 13. Uno de los oficiales jefe de Bomberos, Víctor Alvarado, informó en el lugar que “se trataba de un principio de incendio en la cocina del local” y que cuando se dispusieron a trabajar en el mismo, “tomó elementos combustibles como la cocina y la parte de gas se generalizó en su totalidad en el entretecho”.
Alvarado fue el único que informó oficialmente desde Bomberos, aunque en el lugar trabajaron otros jefes como Gabino Abejer y Raúl Soto. En el momento del accidente trabajaban dos dotaciones con ocho bomberos.
Según los testimonios a los que accedió El Patagónico, cuando los bomberos sofocaban las llamas, se produjo una explosión y estallaron las ventanas; el humo salió por todo el entretecho. En ese momento algunos bomberos realizaban maniobras desde afuera y otros estaban en el interior. Uno de ellos era Gramajo.
Ante la explosión y la caída del entretecho, los que estaban adentro salieron corriendo del lugar. Todos llegaron a salvo al exterior, menos Gramajo, a quien el entretecho prendido le cayó encima.
¿”DONDE ESTA, DONDE ESTA”?
Uno de los voluntarios le habría avisado a un oficial que había un compañero adentro. “Todos preguntaban dónde está, donde está, y no había salido” contó uno de los rescatistas. Las llamas, el humo y la oscuridad en el interior hicieron entrar en desesperación a todos los bomberos que por entonces no podían dominar las descontroladas llamas para ingresar. Cuando lograron hacerlo, uno de los bomberos encontró a Gramajo entre los restos del entretecho.
A esa altura, ya había llegado otra dotación de apoyo y sumaban unos 20 los bomberos en el lugar. Una gran cantidad de curiosos observaba desde la calle y desde las distintas rampas de la costanera. Muchos sacaban fotos con sus teléfonos celulares y otros registraban el horror en videos.
La gran columna de humo luego de la explosión cubrió gran parte del centro de la ciudad y en el momento más álgido fueron tres las dotaciones que trabajaron con sus líneas de ataque rápido. Un hombre en la calle gritaba: “hay uno adentro, hay uno adentro, sáquenlo”.
Mientras, uno de los bomberos consultaba insistentemente a otro que tenía un handy si habían pedido ambulancia. Todos corrían frenéticamente, hasta que se asomó entre las columnas de humo por la puerta principal uno de ellos con Gramajo a cuestas.
MANIOBRAS DE RCP
El cuerpo del bombero estaba prácticamente quemado en todo el torso, brazos y cabeza. En medio de la desesperación, sus compañeros lo llevaron hasta las escaleras del bar. Le quitaron el traje quemado y comenzaron a gritar para que alguien le practicara RCP (Respiración Cardio Pulmonar). Todos entraron en shock al verlo y muchos se quebraron en llanto.
Fueron los guardavidas del sector quienes corrieron descalzos hasta la casilla y trajeron los elementos de RCP para iniciar los masajes de reanimación. La primera ambulancia en llegar fue la del Cuartel Central. Cargaron a Gramajo en la ambulancia y los guardavidas prosiguieron su tarea durante 45 minutos hasta que la médica de la guardia del Hospital Regional les dijo que ya no era necesario porque el bombero había fallecido.
“Esto iba a pasar”, decían algunos voluntarios que exigían una reunión de inmediato con los altos jefes. Como es de rigor en estos casos, abundaron los reproches. Poco más tarde todos serían asistidos por el equipo de Primeros Auxilios Emocionales que depende del psicólogo Gabriel Sánchez.
Por la tarde, ya en el cuartel de la calle Huergo, se hicieron presentes profesionales que trabajan con la Municipalidad. También estuvo el intendente, Carlos Linares.
Gramajo –hijo de un dirigente vecinal del barrio Sarmiento- tenía más de diez años como voluntario. “Era una gran persona”, decían sus amigos.
Hoy toda la comunidad está de luto y los cuarteles de la ciudad bajaron a media asta la bandera. Los memoriosos decían que era la primera vez en Comodoro que moría un bombero en un acto de servicio.