El 21 de noviembre va a juicio estremecedor caso de joven que mató a golpes a su bebé recién nacido
La causa fue elevada a juicio por el fiscal Fernando Ballester Bidau, quien acusó formalmente a González Paduan del delito de homicidio doblemente agravado, tanto por el vínculo con la víctima, como por el ensañamiento y alevosía puestos de manifiesto.
La mujer llega a este proceso con un procesamiento confirmado y detenida en relación a este hecho por el cual el Tribunal de Juicio Oral de la ciudad de Ushuaia dispuso fecha para el 24 de noviembre próximo, en el que comenzará a desarrollar este proceso que espera la comparencia de 11 testigos.
El hecho
González Paduán había retornado en noviembre del año pasado a la provincia, tras cursar estudios en Buenos Aires, donde aseguró que mantuvo una ocasional relación sexual en la que quedó embarazada, en una gestación que aseguró, intentó ocultar y negar a su familia.
El 21 de abril por la mañana se dirigió de su casa en calle Marcos Zar 360 al nosocomio dado que había entrado en labores de parto, por lo que finalmente dio a luz cerca de las 7.00 horas a un pequeño al que denominó como Felipe Solari, ya que la mujer se internó bajo una identidad ficticia (Belén Solari).
La mujer reconoció a la enfermera que el niño era una concepción no deseada y luego de unas dos horas de convalecencia decidió tomar al pequeño y escapar del centro de salud, iniciándose una búsqueda que inmediatamente permitió localizarla ya que en el nosocomio no mintió respecto de su domicilio.
Tras negar ser “Belén Solari”, la joven finalmente fue identificada como la paciente fugitiva y la Policía terminó acorralándola, hasta que la misma joven confesó que tenía el cuerpo muerto del bebé, dentro de un armario en su habitación, aparentemente ello en desconocimiento de su familia que no habría sido consciente en ningún momento del embarazo. De hecho los padres y la hermana de la joven fueron sobreseídos en instrucción.
La confesión
En el marco de esta investigación la imputada brindó una declaración indagatoria en la que confesó prácticamente su autoría en el brutal hecho, manifestando que “nunca quiso ser madre, no lo quería al bebé”, señala el auto de procesamiento.
González Paduan asegura que “cree que se vio atrapada en el tiempo, hacía varias horas que se había ido de su casa, que todo estaban preguntand dond restaba, sintió una presión de tiempo y pensó esto se tiene que terminar ya, a estos llegando a mi casa y su casa queda a menos de diez minutos por ello pensaba en ese interín tengo que termina todo y sintió que era era la solución”.
La denominada “solución” comenzó a poco de salir del hospital en la plaza Brown, a pocas cuadras del hospital capitalino, donde la mujer envolvió al pequeño dentro de su campera y empezó a apretarlo, tapándole boca y nariz, asegurando que seguía vivo, por lo que decidió arrojar al bebé envuelto al piso, donde comenzó a pisarlo y patearlo.
Acto seguido lo trasladó hasta la parte posterior de la escuela 3, donde intenta asfixiarlo nuevamente tapándole la nariz, boca y el cuello, aplicándole además golpes y aplastamiento con el pie, apoyándolo contra el suelo.
El pequeño seguía vivo, por lo que el brutal castigo continuó camino al puente peatonal de Damiana Fique, donde González Paduán tomó la misma acción de presionar al recién nacido, envuelto en su campera, pisándolo con su pie contra el piso de cemento, donde finalmente comprobó “estaba muerto”.
La autopsia luego revelaría múltiples lesiones y fracturas a nivel craneoencefálico, tórax y abdomen, la gran mayoría “por compresión”.
Frialdad ante el horror
Finalmente respecto de las motivaciones y emociones dentro de las que condujo su accionar, la imputada brindó una declaración dando rasgos de su personalidad.
En ese sentido el procesamiento sostiene que la joven dejó al bebé en el armario porque “no pensó hasta cuando tendría al bebé en el armario por que no hubo una premeditación o planificación, “me pasa esto y esto y después voy a terminar haciendo esto”, dijo, aduciendo además que había una situación del subconciente de querer que la encuentren que fue como una auto imputación, asegurando que “estaba preparada mentalmente para que me detengan”, “sabía mentalmente lo que estaba haciendo era un horror, que está mal”, dijo, brindando la joven una perspectiva psicológica propia que denota una frialdad y ausencia total de emociones en un marco social de carencias, tanto materiales como afectivas.