NEUQUÉN: Un nene quiso apagar un fogón que dejaron encendido y terminó internado con quemaduras graves
El chico neuquino acampa todos los años con su familia, que le inculcó la importancia de prevenir incendios forestales. “Quiso hacer una obra de bien y ahora no puede caminar”, dijo su mamá. (lmneuquen)
Cada verano, las noticias de incendios forestales y las imágenes de los bosques nativos en llamas terminan por opacar la alegría con la que muchos turistas disfrutan de los paisajes cordilleranos. Por eso, los acampantes de
siempre tratan de sembrar conciencia para evitar que los viajeros inexpertos causen estragos naturales al dejar los fogones y el fuego de los asados mal apagados. Con esa premisa, un nene cipoleño de 10 años quiso apagar unos troncos humeantes abandonados, pero su buena acción terminó por costarle demasiado cara.
Eva, la mamá del nene neuquino, explicó que desde hace 15 años ella y su marido tomaron el camping como su forma de veraneo. Cuando nacieron sus hijos, que hoy tienen 12, 10 y 8 años, los sumaron a la experiencia, y así lograron inculcarles el respeto por la naturaleza a través de visitas a diferentes lagos y destinos de la cordillera.
Aunque acumulan una serie de recuerdos alegres vinculados a las noches de carpa, este domingo vivieron una experiencia traumática que opacó por completo sus vacaciones. En un camping sobre el lago Paimún, cercano a Junín de los Andes, uno de los hijos de la pareja detectó la presencia de unos troncos humeantes que habían quedado de un fogón mal apagado y, sin dudarlo, comenzó a acarrear agua para evitar que la madera abrasante volviera a encenderse y provocara daños en el ambiente.
“Mis hijos desde chiquitos se han criado en esa experiencia, es la primera vez que nos pasa algo así, mucha gente que no toma conciencia del peligro que es dejar un fogón mal apagado. Todos los años escuchamos de incendios forestales que arrasan casas de familia, animales y toda la naturaleza”, explicó la mujer.
“Se lo hemos inculcado tanto a los chicos que a él se le ocurrió hacer una obra de bien y quiso apagar unos troncos con la mala suerte que pisó donde había fuego mal apagado con tierra”, agregó.
Después de hacer dos viajes con un balde de agua del lago, quiso reforzar su acción con otro baldazo. En esa faena, pisó en un punto diferente, justo donde estaban las brasas del mismo fogón, que los turistas habían apagado de forma incompleta y con arena en lugar de agua. “Enterró los piecitos en arena ardiente”, relató su mamá.
Por fortuna, en el mismo camping se encontraron con una médica de Junín de los Andes, que los orientó sobre la mejor forma de actuar ante el accidente. “Nos mandó al hospital de Junín, fuimos a la guardia y ahí lo trataron con morfina porque no resistía el dolor”, relató la mamá. Como los médicos tenían que limpiar las quemaduras y reventar las ampollas que se habían formado en su piel, terminaron por internarlo para hacerle las curaciones con anestesia.
Tras dos curaciones bajo anestesia el domingo y el lunes, el martes le dieron el alta. El chiquito y sus papás se fueron con el compromiso de regresar para una curación ambulatoria ese mismo día. A pesar de las mejorías, Eva explicó que “no hubo forma de hacer la curación sin morfina”.
La mujer destacó la atención en el hospital de Junín de los Andes. “Es maravilloso, tanto la atención y la amabilidad como la contención que nos dieron”, dijo y no se ahorró halagos para la médica que los asistió en el camping. “Pasó el lunes para vernos y ver cómo estaba mi hijo”, agregó.
De regreso en Cipolletti, el niño sigue en recuperación y se atiende en centros de salud de Neuquén capital. “Tiene las dos plantas del pie quemadas, el empeine, el talón y los dedos del pie izquierdo muy quemados, con el procedimiento de cura le quitaron las ampollas y la piel”, dijo y agregó que todavía no puede pisar y, muchos menos, caminar.
Aunque el niño afronta dolorosas curaciones y sigue recibiendo morfina a través de un suero, su mamá aseguró que no quedó atemorizado por la experiencia. “No tiene miedo porque aman salir de vacaciones de camping, dormir en carpa y estar al aire libre. Los tres lo hicieron toda la vida”, dijo y agregó: “Sí se quedó con mucha angustia e impotencia, se pregunta por qué le pasó esto a él”.
Para la familia, acostumbrada a pasar sus veranos en los lagos neuquinos, las vacaciones tuvieron un final abrupto. Cuando ocurrió el accidente, ya llevaban una semana en la cordillera, pero todavía les quedaba otra semana de viaje. Sin embargo, tuvieron que regresar de forma urgente y esperan pasar el resto del verano en casa, con visitas periódicas al médico para seguir las curaciones.
Con muchos años de experiencia en campamentos, Eva aseguró que se nota un incremento de las situaciones peligrosas en los parques nacionales a partir de la explosión que tuvo el turismo cordillerano en los últimos años. Por ejemplo, señaló que detectó muchos fogones sin apagar, lo que aumenta el riesgo de incendios forestales. “El año pasado alguien dejó velas adentro de botellas con arena, como una especie de candelabros, y se fueron a dormir”, se lamentó.
En ese contexto, pidió que haya más controles y llamados de atención por parte del personal de Parques Nacionales y también de los dueños de los campings, que deberían insistir con las recomendaciones para los turistas que hacen sus primeras experiencias de campamento y causan situaciones peligrosas para las personas y el medio ambiente.