El caso Baéz Sosa: Las víctimas de patotas en Río Grande en dos crímenes marcados por la impunidad

En solo uno de ellos, en la muerte de Fernando Uribe Miranda en 2008 hubo un solo condenado –que ya está libre- y no se pudo probar la participación de otros cinco sospechosos. En el caso de Edgar Polanco en 2012 no hubo condenas.

Hoy el país se conmovió con las condenas a prisión perpetua para 5 de los rugbiers acusados de matar salvajemente al joven Fernando Báez Sosa en Villa Gesel, y la ocasión nos lleva a recordar casos de este tipo en la historia policial de Río Grande, uno de ellos al menos olvidado en el tiempo.

El caso paradigmático de estos ataques en patota fue el del joven de 22 años, Fernando Uribe Miranda, asesinado en noviembre de 2008 tras la salida del boliche, en horas de la mañana de un domingo cuando mantuvo un entredicho con un grupo de jóvenes.

Los amigos de Uribe Miranda lograron escapar de la furia de un grupo de jóvenes, pero Fernando quedó rodeado en el frente de una vivienda donde lo golpearon y patearon sin piedad en el suelo, en una dramática coincidencia con lo que fue el brutal homicidio de Báez Sosa.

En aquellos tiempos la escasez de cámaras de seguridad no permitió precisar el rol de cada uno de los agresores, a lo que se sumó un similar pacto de silencio y los pocos testigos con los que contó el episodio.

En juicio un año después solo se logró probar la participación de Mario Aguiar, un joven misionero que cargó con todo el peso del crimen y fue condenado a 18 años de prisión por homicidio simple, al ser identificado como la que se presumió la patada en la cabeza que, días después, terminara costándole la vida a Fernando ya internado en la terapia intensiva del Hospital Regional Río Grande.

Aguiar una vez pasado el juicio habló desde la Unidad de Detención y dio detalles de la participación activa de los otros jóvenes en la golpiza, pero ya era tarde, el juicio había pasado y la impunidad se sostuvo en el pacto de silencio y en una presunta quema de prendas de vestir de los implicados, por la que se llegó a marcar a un abogado local.

Al día de hoy ya no queda detenido alguno por este hecho, dado que Mario Aguiar obtuvo la libertad condicional en abril de 2019 y con permiso judicial se volvió a radicar en su Misiones natal. En abril del año pasado pidió autorización para volver a Río Grande para trabajar con contratos eventuales en distintas fábricas y actualmente trabaja en el rubro comercial, aguardando agotar la pena el 16 de noviembre del año 2026.

Polanco, un crimen impune

Edgar Polanco fue un salteño de 40 años que trabajaba en el servicio de estacionamiento medido, cuando el 10 de mayo de 2012 murió en el hospital de Río Grande, tras una salvaje golpiza sufrida a la salida del boliche Tequila.

El caso marcó un antes y un después en cuanto a las ordenanzas y normativas respecto de la obligatoriedad de cámaras de seguridad en locales nocturnos en la ciudad de Río Grande, dado que el material fílmico aportado desde este local bailable fue nulo dado que no estaban obligados a filmar y guardar las imágenes.

Esto llevó a que la investigación determinara por dichos que existió una pelea previa en el interior del local bailable, por lo que en su momento se procedió a la detención de 3 sospechosos, algunos de los cuales luego se determinó que ni siquiera habían estado en el boliche.

A Polanco lo golpearon salvajemente en el suelo a patadas, sobre calle Irigoyen, a la vuelta de donde funcionaba este local en calle Rivadavia, e incluso lo golpearon con un elemento contundente estando tendido en el suelo.

La causa varios años después intentó ser reactivada con una pista sobre un sospechoso pero que se diluyó con el tiempo, y no volvió a ser reactivada, encontrándose bajo reserva.