PTA. ARENAS: Otra joven indonesia revela nuevos antecedentes sobre un presunto delito de trata de personas: “A mí me trajeron para trabajar a los 15 años con documentos falsos”
mientras que su acta de nacimiento establece que nació en 1993.(El Pingüino)
Con el nombre de Laila Nur figura hoy como residente en Chile la protagonista de esta historia. En su cédula de identidad chilena se establece como fecha de nacimiento el 5 de junio de 1985, por lo que a esta fecha tendría 31 años de edad. Sin embargo, Nurlaila (su nombre real en Indonesia), asegura tener sólo 23 años, y haber sido traída engañada a Punta Arenas, en enero de 2009, con documentación falsa, por un empresario asiático radicado en Magallanes, a cumplir labores como vendedora en un local de Zona Franca. Este es el segundo caso de presunta trata de personas con fines de explotación laboral ventilada contra el mismo empresario, cuya causa penal cerró la Fiscalía sin imputaciones formales. La mujer, hoy es madre de una niña de 4 años, y su sueño es poder viajar al país asiático, con miras de poder reencontrarse con su familia.
Al igual que el caso de Eva Anggraeni, dado a conocer en la edición impresa de El Magallanes de este domingo, Nurlaila asegura también haber sido víctima de un empleador que no sólo habría incurrido en irregularidades laborales, como apremios psicológicos e incomunicaciones con la familia de las afectadas, sino también acusa que el comerciante Pishu Lakhwani, habría adulterado la documentación de la joven, para poder viajar a trabajar a Punta Arenas. Dicho antecedente sería relevante en este caso, dado que por primera vez de manera pública, la mujer entrega este detalle, lo que no hizo antes, por temor de ser deportada o encarcelada.
– ¿Cómo llegó a Punta Arenas?
– “Me contacté con una agencia de trabajo en la que me ofrecían un sueldo de 3 millones de rupias (cerca de 150 mil pesos chilenos). Así llegué a Singapur, donde trabajé con un patrón chino, pero el trabajo con él no me gustó y quise volver. En la agencia me ofrecieron volver a mi país, o buscar otro patrón, y la verdad es que quería trabajar, entonces me contactaron con Pishu”. Las circunstancias son similares de cómo llegó a Chile su compañera de trabajo Eva, con quien meses después escaparía desde la casa donde prestaban servicios.
¿Le informaron que viajaba a Chile?
– “A mí me dijeron que iba a América, y para mí eso era Estados Unidos, ni siquiera sabía dónde estaba Chile o Argentina. Cuando llegué acá entendí que no estaba en Estados Unidos, pregunté por el baño en inglés y nadie me entendía”.
– ¿Qué edad tenía usted cuando llegó a Magallanes?
– “Tenía 15 años, yo ahora sé que ellos, la agencia y el jefe, hicieron falsear mis documentos. Yo no tenía idea, sólo quería trabajar nada más, nunca me dijeron que harían eso, lo que pasa es que en Indonesia a esa edad ya uno puede trabajar, no requiere de permisos ni nada, no sabía que acá fuera diferente”.
– ¿Qué trabajo venía a desempeñar? ¿Le pagaron por eso?
– “Yo venía a trabajar como vendedora, me dijeron que tenían una tienda y a eso venía. Se suponía que mensualmente le iban a depositar a mi mamá el sueldo. Recuerdo que era sin descanso, desde las 7 de la mañana comenzábamos la jornada, me tenían en la bodega del local de Zona Franca primero y después como vendedora. En la noche, después de las 9, me iba a la casa, a las bodegas que tienen, o a cocinar hasta como las 3 de la mañana”.
– ¿Tenía usted comunicación con su familia?
– “No, recién dos años y medios después pude llamar a mi familia, sólo cuando nos escapamos con Eva. No se podía, porque el jefe decía que era muy caro y que me lo tenían que descontar, al final ya no pedía teléfono, porque siempre inventaban una mentira”.
– A diferencia de su compañera Eva, que trabajaba todo el día en la casa, usted salía a trabajar en Zona Franca ¿por qué nunca escapó?
– “Pishu nos metía miedo todo el día de los chilenos, que había mucha maldad y delincuentes, que nos harían daño, eso me atemorizaba. Además, cuando empezamos a conversar con Eva que nos escaparíamos yo le preguntaba dónde nos iríamos, y sin papeles, ni dinero, dado que el jefe nos escondió todos nuestros documentos, y nunca nos dio dinero”.
– ¿Alguna vez sufrió agresiones físicas?
– “Me acuerdo que una vez me quiso pegar, pero lo encaré y le dije que lo hiciera, así yo podría denunciarlo por las marcas que me quedarían, entonces reaccionó, se asustó y me dejó sola. No me habló por semanas”.
Nuevos antecedentes
– ¿Por qué no había dicho antes que usted era más joven de lo que decían sus papeles?
– “Por miedo, no sabía qué podía pasar, pensé que me responsabilizarían a mí, que me deportarían sin el dinero de mi trabajo o peor, que me iban a meter presa”.
– ¿Por qué decide contarlo ahora?
– “Yo ahora tengo trabajo, soy mamá, y quiero lo mejor para mi niña, que ella pueda ver a mi familia, tengo a mi pololo. Y sobre todo, no quiero que pase más esto, traen a niños a trabajar como esclavos, eso no está bien y tiene que saberse”.
– ¿Tiene la documentación para probar que lo que dice se ajusta a la verdad?
– “Sí, tengo mi acta de nacimiento de Indonesia que me enviaron una foto, ahí sale la fecha en que nací”.