PUNTA ARENAS: Percepción de inseguridad se ha ido acentuando en Punta Arenas
El dueño de un local comercial de Avenida Alessandri dejó, por menos de un minuto, la caja registradora de su negocio, sin la vigilancia que se ha obligado a establecer y ese brevísimo lapso le significó perder una suma de dinero del orden de los cien mil pesos, porque un sujeto joven abrió la puerta del establecimiento y dio “el manotazo feliz”, dándose a la fuga velozmente, en dirección desconocida, contó J.G., de 53 años.
Un par de cuadras más allá, un grupo de antisociales ingresó, en forma prepotente a otro negocio, exigió cigarrillos y cuando uno de ellos los recibió, los otros, con el rostro cubierto por las capuchas de sus parkas, se apoderaron de las botellas de licor que encontraron más cercanas: huyeron, no sin antes amenazar al comerciante R.V., de 63 años, y a su familia.
S.M.I. fue sorprendido por un sujeto que exigió dinero, en forma prepotente y agresiva, a la vez, y como no logró sus propósito, extrajo un cuchillo de entre sus ropas y agredió a uno de los hijos del comerciante, dándose a la fuga.
Posteriormente, unas dos semanas, después, a pocos metros, golpeó a un adulto mayor y le quitó parte del dinero que portaba la víctima.
Otro comerciante se protege detrás de una reja de grueso alambre acerado y deja al alcance de visitantes desagradables apenas el pan y unas cuantas frutas y verduras, “por si acaso”.
Otro, en el sector de Playa Norte, guarda bajo el mostrador, un fierro.
Otro, en la Gobernador Viel, siempre tiene a mano un revólver, debidamente inscrito y, obviamente, con el cargador completo y el hombre sabe usarlo.
Los locales de comida rápida tienen cámaras de seguridad y medidas especiales, como uno que instaló un timbre que avisa en su casa cualquier problema con los amigos de lo ajeno.
-¿Por qué se niegan a ser fotografiados? ¿Por qué, y sólo en algunos casos, piden no ser identificados o que sólo salgan las iniciales?
“Simplemente porque tenemos miedo. Usted no sabe lo que es tener frente suyo a un sujeto agresivo y con un cuchillo en la mano”, explica uno.
Otra, afirma que quienes le han hurtado dinero y mercaderías en varias ocasiones, “viven a tres cuadras de mi negocio y es mejor tenerlos como conocidos, aunque sean delincuentes, que no trabajan ni estudian, pero beben y no sabemos de dónde sacan dinero”.
“¿Salir corriendo detrás de ellos? ¿Usted está loco? Si se devuelven, no se la cuento”.
¿Por qué estos testimonios son anónimos?
Porque, al parecer y sin considerar ni al Ministerio Público, ni a las policías ni a las oficinas de seguridad ciudadana, muchos residentes de Punta Arenas perciben que ha surgido un nuevo tipo de delincuente.
“Mire lo que hacen los llamados boqueteros. Mire cómo asaltaron a una repartidora de leche a plena luz del día. Mire lo que ocurrió en calle Lircay, o en uno de los pasajes de la población Aguirre Cerda”, afirmó otro ciudadano dedicado al comercio en los sectores periféricos y no tanto de Punta Arenas.
“Yo, los fines de semana, prefiero llamar a uno de los cabros que se juntan por aquí, por Lastarria y les regalo cervezas o vino y hasta me cuidan el negocio, pero me sale caro este tipo de protección”, señala otro.
Las personas consultadas no confían en la Justicia y los procedimientos legales.
“Yo hice una denuncia y nunca me llamaron de la Fiscalía. Perdí tiempo y plata”, afirmó SMI.
“Y cuando los carabineros o la PDI los ubican y los detienen, al otro día ya están libres y se pasean frente a mi negocio, como si supieran”, señaló JG.
¿Qué hacer?
La respuesta está en manos de las autoridades pertinentes.
Se reconocen los esfuerzos, incluso de los vecinos de los afectados, y de las policías, pero los nuevos delincuentes, más audaces, más agresivos, más violentos parecen haber tenido un manto de inseguridad en gran parte de la ciudad.
Y eso, sin mencionar los robos en casas sin moradores ni los autos que han sido quemados intencionalmente.