Habló la madre del joven fallecido por una pedrada «me estoy preguntando por que en el hospital no lo atendieron»

“Esto pasó hace dos semanas y hace como dos semanas me estoy preguntando por qué en el Hospital no lo atendieron y lo mandaron a la casa sin ningún control, le dijeron que se tome un Ibupirac, un Ibuprofeno y se acueste, lo único que hicieron fue pegarle la cabeza con la gotita”, dijo la madre del joven fallecido en una clínica privada, tras ser dado de alta en el Hospital Río Grande, al recibir una pedrada el 13 de noviembre pasado.

 
 
Graciela Cardozo, madre de Pablo Cardozo de 18 años, quien murió el miércoles pasado por una lesión recibida dos semanas antes, habló tras el sepelio de su único hijo, quien recibió una pedrada en la cabeza el 13 de noviembre tras una fiesta en Chacra XIII.
 
“Cuando pasó lo del golpe cayó la Policía, y llamaron a la ambulancia que tardó casi 40 minutos para retirarlo del lugar según me dijo la misma Policía”, aseguró, “en el Hospital le hicieron una placa y en el certificado que le dieron a la Policía dice que no tenía nada, que eran lesiones leves”.
 
El domingo, después de ese episodio Pablo le dijo a su madre que le dolía el cuello “le puse átomo desinflamante, le hice calor y nos acostamos juntos en la misma cama, pasó muy mal la noche con dolor”, contó.
 
A la mañana siguiente lo llevó a la UOM de calle Moyano para que lo atendieran más rápido, pensando que era solo una contractura del cuello. “La doctora apenas lo vio y le comenté lo que pasó no lo pudo ni tocar porque él no se dejaba, le mandó  a hacer una tomografía y que vea un neurólogo urgente. De ahí nos fuimos al Sanatorio donde los vio la doctora Verónica Lobos, que el día antes también lo había visto y le había dicho que no era nada que tomara algo y se tratara de relajar”.
 
“Era la segunda vez que lo veía, lo vio con la tomografía que le mandó la doctora de Moyano, le dije que se la hiciera porque estaba esperando que mi hijo escupiera sangre para atenderlo. Además el chico que le hizo la tomografía cuando estaban adentro yo escuché que le dijo ´me parece que vas a tener que quedar internado porque te rompieron la cabeza´”.
 
Ahí finalmente la doctora Lobo decidió internarlo. “El día anterior me había dicho la misma médica que no era necesario internarlo y al otro día con la resonancia me dice que lo iban a dejar internado en terapia, de no haber necesidad pasamos a la terapia intensiva”.
 
Dos días estuvo en terapia intensiva, y luego en sala común hasta el 18 de noviembre. “Ahí lo mandaron a casa porque el médico dijo que si hacía reposo podía estar en casa, porque Roth (el médico cirujano) recién lo podía ver días después. El neurólogo, hizo una interconsulta, le pidió una resonancia de urgencia, que como caía feriado la pasaron para otro día.  Ese día Roth, que coincidió que estaba en el lugar, en el mismo momento cuando lo vio me dijo que lo iban a internar y operar de urgencia al día siguiente”.
 
“El domingo lo operó el doctor Roth en dos oportunidades. La primera fue a las 9.40, y luego de eso estuvo en terapia intensiva el resto del día; por la tarde el doctor me dijo que lo iba a operar nuevamente porque le hicieron una tomografía y tenía ´un problema´. Se le hizo un coágulo y se le hizo un derrame. En la misma terapia le habían sacado todos los puntos para volver a operarlo. Fueron otras dos horas de operación y Pablo salió en coma farmacológico”.
 
“El lunes fui a dejar a mi hermana a Chacra, volví a la clínica y el doctor Dotto que estaba en terapia me dejó entrar a hacerle unos mimos a las una de la madrugada, le di un montón de besos, que era la forma en que podía demostrarle mi cariño. Quizás a muchos les parezco fría, pero yo a mi hijo lo amaba”, expresó Graciela.
 
El martes 29 a las 6 de la mañana estaba de nuevo afuera de la terapia y llegó el doctor Roth que lo vio nuevamente, “me contó que había tenido un paro, lo sacaron de ese paro y lo llevaron a un coma más profundo. A las 12.30 todos estábamos esperando para verlo de nuevo, y cuando entré a terapia y me dijeron que había muerto, que había tenido otro paro y no había salido”.
 
“De no tener nada, un día para otro se murió, no les importa un carajo. Si vamos a tener este tipo de médicos, dejá que sean albañiles. No va a haber un pablo va a haber 1500 pablos”, se quejó la angustiada madre ante la respuesta recibida desde el sistema de salud de Río Grande.
 
“Yo sé que la Policía hizo todo lo posible, fueron varias veces a la clínica a hablar conmigo y a preguntarme como estaba Pablo. Lo que es a nivel comisaria hicieron todo lo posible, desde la Justicia no se comunicaron conmigo”, agregó la mujer.
 
“Espero que se haga justicia para que no haya otro Pablo, porque los amigos de él están muy enojados y son casi todos mayores de 18 años, y si ellos llegan a tocar a alguien a ellos si los van a meter en cana. Y a los que golpearon a Pablo y llegó a la consecuencia de que Pablo muriera todavía están en la calle, y no son chicos que salieron de las carmelitas descalzas.  Mi miedo es que los chicos hagan alguna locura por venganza”, reparó la mujer en medio de su dolor.